Un factor esencial en la presentación de un proyecto es el recorrido que se ha seguido para llegar a la última propuesta, es por eso que aquí os contaré el proceso completo desde el enunciado hasta Anatomía de la influencia.
Cuando nos explicaron este ejercicio, nos comentaron que teníamos que realizar una especie de "autocanon", un proyecto en el que estuvieran presentes nuestras proporciones, detalles, estructura, o incluso nuestras inseguridades; todo ello relacionado con nuestro ser físico, nuestro ser corporal. Las pautas eran escasas y los límites prácticamente inexistentes, y por muy emocionante que pueda resultar la libertad a la hora de llevar a cabo un trabajo, también lleva a frustración y falta de guía.
Comenzamos explorando nuestras pasiones, hobbies o algo que pudiera definirnos. Los profesores nos propusieron pensar en problemas y plantear soluciones (siendo estas soluciones las propuestas a desarrollar). Así que decidí empezar por ahí.
I. PRIMEROS TANTEOS
Me fotografié en diferentes posturas y tomé medidas: antes de resolver un problema para tu cuerpo has de conocer este. Y más tarde indagué entre las actividades que me gusta realizar, tratando de encontrar algún problema que resolver.
Pensé en el tiempo que perdía al comienzo de las clases de flamenco, y en lo tedioso que resulta tener que llevar material como las castañuelas o el abanico en las manos durante las actuaciones. Atendiendo a esto diseñé un conjunto de blusa y pantalón, en el que la blusa se desplegaba hacia abajo convirtiéndose en una falda de flamenco. Así, tan solo se requeriría de unos segundos para desabrochar unos enganches y estaría preparada para darlo todo en clase. Además, esta falda-blusa contaría con unos bolsillos disimulados tras unos pliegues con una amplitud suficiente para el transporte de accesorios necesarios para las funciones. Siguiendo en la línea de las clases de flamenco, ideé un mantón que mediante unos enganches se podía utilizar como una bolsa y así poder transportar lo necesario para esta actividad.
Por otro lado, se me vino a la cabeza el estrés provocado por el desorden durante los pases de teatro. En los cambios de escena, nunca encontrabas la parte de atrezo que te correspondía sacar, y siempre se creaba el caos tras el telón. Pensé en un organizador, una estructura con compartimentos para poder organizar la utilería. Sin embargo, no veía cómo podía relacionar dicha propuesta con mi cuerpo.
Traté de centrarme en problemas más cotidianos y en los que mi cuerpo se viera implicado. Antes de dormir, tengo por costumbre leer, y nunca encuentro la postura adecuada. Pensando en tumbarme boca arriba, diseñé una estructura tipo tumbona, con respaldo reclinable, reposabrazos y una plataforma sobre la que apoyar el libro, de manera que no tuviera que hacer un esfuerzo con el cuello, la espalda o los brazos.
Por último, caí en la cuenta de que siempre me había parecido que el diseño de las banquetas de piano eran mejorables en bastantes aspectos, por lo que apunté todas las modificaciones que se les podría hacer para cumplir con necesidades a la hora de tocar este instrumento: su altura, su longitud, algunas estructuras añadidas (como un apoyo para tocar el pedal con mayor comodidad), entre otras.
II. VOLVER A EMPEZAR
Llegó un punto en el que la falta de ideas no era el problema, sino la indecisión y la insatisfacción. Teniendo tantas opciones sobre la mesa y que ninguna de ellas me convenciera lo suficiente para sacarla adelante me frustró y decidí dirigirme hacia otra dirección, desechando todo lo que había ideado hasta el momento. Quería algo más significativo, más simbólico. Comencé a pensar en mi proyecto como algo más abstracto, no como un utensilio matérico que me solucionara algún problema.
Primero pensé en que si hay algo que me representa, eso es mi obsesión por abarcarlo todo, y por desarrollarme artísticamente en todos los ámbitos que me sea posible, por lo que decidí hacer algo con eso. Tal vez una animación donde se pudiera reflejar eso. Comencé dibujando algunos fotogramas en los que aparecía mi cuerpo relacionándose con actividades como tocar el piano. No obstante, una vez más, algo faltaba.
III. INSPIRACIÓN REPENTINA
En un proceso creativo en el que estás buscando la idea perfecta, lo que ocurre muy a menudo es que por mucho tiempo que dediques a pensar en ello, esta no aparece. En este punto traté de encontrar inspiración de cualquier sitio. Un día, scrolleando en Tik Tok (a una le iluminan las ideas cuando menos se lo espera) me apareció un vídeo que cambió la trayectoria de mi proyecto. Este se trataba de un conjunto de clips de películas o series en las que los personajes bailaban despreocupadamente. También se podía leer un breve texto: "How humans act when no one is watching" ("Como actúan los humanos cuando nadie está observando"). Esto me dio mucho que pensar. Siempre he percibido el estar solo (no el sentirse solo; son dos cosas muy distintas) como un respiro y un lugar seguro. Estar rodeado de gente puede llegar a resultar abrumador, y todas estas sensaciones, queramos o no, siempre se ven reflejadas en nuestro lenguaje corporal.
A su vez, durante mi exploración, di con un escrito, La estructura del espacio humano, por Gustavo Cataldo Sanguinetti, en el que me llamó la atención la siguiente cita: "La naturaleza de dicha dificultad puede formularse de la siguiente forma: el espacio parece acompañar o constituir de tal modo al hombre, que comparece como inseparable -y, en cierto modo, como indiscernible- de toda vivencia y conducta humana." Prestando especial atención a las últimas palabras, y rescatando el vínculo entre el espacio que ocupamos y lo que somos, no solo como ser físico, sino como ser completo, que además de ser un cuerpo, somos seres sensibles y y dichos sentimientos controlan a nuestro cuerpo a su gusto.
Me grabé bailando en dos situaciones hipotéticas: En una (representada en azul en la animación), se trata de un ambiente íntimo, a solas, sin nadie alrededor para juzgar. En la otra (en rojo), nos situamos en una discoteca, rodeada de tensión y presión física, social y psicológica.